Sodio en nutrición felina: Beneficios y riesgos para su salud

El contenido de sodio en los alimentos para gatos ha sido un tema controvertido desde hace mucho tiempo. Estudios recientes evaluaron los beneficios y riesgos de aportar distintos niveles de sodio en la dieta de gatos sanos y enfermos e indicaron un posible límite superior seguro para su ingesta.

La nutrición tiene un gran impacto tanto en la etiología como en el manejo terapéutico de ciertas enfermedades felinas. Es así como, históricamente, la restricción dietética de sodio ha sido recomendada en gatos con enfermedades cardiovasculares y renales, mientras que las dietas altas en sodio se utilizan como parte del tratamiento o estrategia de prevención para la urolitiasis. Sin embargo, debido a la asociación entre una excesiva ingesta de sodio y ciertos problemas de salud en humanos, se han generado dudas acerca de los beneficios y consecuencias que un alto consumo de este mineral puede tener sobre la salud felina. En consecuencia, diversas investigaciones examinaron en los últimos años el efecto del contenido de sodio en el alimento sobre la urolitiasis, hipertensión, enfermedad renal y alteraciones cardiovasculares en los gatos.

  1. Sodio y Urolitiasis

La urolitiasis es una enfermedad del tracto urinario inferior muy frecuente en gatos, que requiere de un manejo a largo plazo. Una de las estrategias más simples y efectivas para su manejo consiste en incrementar el volumen urinario, con el fin de producir orinas más diluidas y promover la diuresis. Esto reduce el riesgo de formación de los urolitos, o cálculos urinarios, ya que minimiza la concentración de sustancias litógenas en la orina y disminuye el tiempo disponible para que los solutos urinarios formen cristales.

Actualmente, las dietas comerciales para gatos con urolitiasis buscan fomentar el consumo de agua a través de un mayor aporte de cloruro de sodio (NaCl), dado que esto conduce a un incremento en el volumen de orina. En este contexto, Biourge et al. (2001) reportaron que gatos sanos alimentados con dietas formuladas con 1,1 g de NaCl/Mcal tuvieron un volumen urinario promedio de 11 ± 5 ml/kg/día, mientras que en los gatos que consumieron una dieta con 2,5 g de NaCl/Mcal este fue significativamente más alto: 20 ± 7 ml/kg/día. Posteriormente, Hawthorne y Markwell (2004) compararon el efecto del contenido de sodio de 23 alimentos extruidos sobre la ingesta de agua y características de la orina en 55 gatos adultos sanos. Los resultados indicaron que en los animales que recibieron los alimentos con los niveles más altos de sodio (2,75 – 4 g de Na/Mcal) el consumo de agua y volumen urinario fue mayor y la gravedad específica de la orina fue menor en comparación con los gatos alimentados con las dietas más bajas en sodio (< 1,75 g de Na/Mcal) (Figura 1).

Por otra parte, también se ha comprobado que al aumentar la ingesta dietética de sodio disminuye la sobresaturación relativa (SSR) de la orina. La SSR permite evaluar el potencial de cristalización de una orina. Cuanto más alta sea la SSR, mayor es el riesgo de formación de urolitos de oxalato de calcio y estruvita. Es así como Hawthorne y Markwell (2004), en el estudio mencionado previamente, observaron que la SSR del oxalato de calcio fue menor en los gatos que consumieron los alimentos extruidos con los niveles más altos de sodio (SSR = 2,49 ± 0,1 versus SSR = 2,95 ± 0,2), en tanto que Tournier et al. (2006) demostraron que la SSR del oxalato de calcio disminuye a medida que el contenido de sodio en la dieta aumenta (Figura 2), lo que se atribuiría a una mayor dilución de la orina.

Estos resultados se ven respaldados por lo descrito por Lekcharoensuk et al. (2001), quienes determinaron que gatos que consumen dietas con altos niveles de sodio (1,43 a 3,70 g/Mcal) tienen aproximadamente la mitad de las probabilidades (OR = 0,48) de desarrollar urolitos de oxalato cálcico, en comparación con gatos alimentados con dietas bajas en sodio (0,48 a 0,77 g/Mcal) (Tabla 1). No obstante, pese a los beneficios que los alimentos con un mayor contenido de sodio tienen en el manejo de la urolitiasis felina, su seguridad ha sido cuestionada. Esto se debe a que se ha sugerido que el consumo de cantidades elevadas de sodio podría aumentar la presión arterial y agravar la enfermedad renal en gatos.

  1. Sodio e Hipertensión

La hipertensión, o presión arterial (PA) sistémica alta, es un problema relativamente común en gatos de más de 10 años, y potencialmente grave para su salud debido al daño que provoca en los órganos diana (ojos, corazón, riñones y cerebro). Tradicionalmente, las dietas bajas en sodio han sido recomendadas para gatos con hipertensión en base a la información obtenida en estudios en humanos y animales de laboratorio. Sin embargo, hasta la fecha, las investigaciones en gatos no apuntan a que una mayor cantidad de sodio en el alimento conduzca a aumentos paralelos en la PA. De hecho, la evidencia actual sugiere que, en gatos sanos, la PA y el estado hipertensivo no son sensibles al sodio, a diferencia de lo que ocurre en otras especies. Por ejemplo, Luckschander et al. (2004) reportaron que, en gatos normotensos, el consumo de una dieta con un contenido moderadamente alto de cloruro de sodio (1,02% de Na y 2,02% de Cl) no aumenta la PA sistólica con respecto a los gatos que ingieren un bajo nivel de sal (dieta control = 0,46% de Na y 1,33% de Cl) (Figura 3).

De igual modo, estudios realizados en grupos de gatos en riesgo de padecer hipertensión indican que la PA no se ve afectada por los niveles más altos de sodio en la dieta. Recientemente, una investigación a largo plazo demostró que la PA sistólica y diastólica en gatos de edad avanzada (10 años en promedio) que consumieron un alimento con 1 g/Mcal o 3,1 g/Mcal de sodio no difirió después de 3, 6, 12 y 24 meses (Tabla 2; Reynolds et al., 2013).

No obstante, The American College of Veterinary Internal Medicine (ACVIM) señaló recientemente que las consecuencias de una elevada ingesta de sodio no han sido examinadas sistemáticamente en gatos hipertensos, por lo que recomiendan evitar las dietas altas en sodio en estos animales (Acierno et al., 2018).

  1. Sodio y Enfermedad Ren

Actualmente, las dietas para gatos con enfermedad renal crónica (ERC) se caracterizan por tener niveles moderadamente reducidos de sodio, lo que se debe principalmente a que, si existe una pérdida de nefronas funcionales, podría disminuir la capacidad de excreción del sodio y estos pacientes tendrían un mayor riesgo de desarrollar hipertensión. Sin embargo, hasta el momento no se ha confirmado que estos alimentos tengan beneficios sobre la presión arterial (PA) de gatos con ERC y se ha sugerido incluso que una restricción excesiva de sodio en su dieta podría ser perjudicial.

Por ejemplo, Buranakarl et al. (2004) analizaron los efectos de suministrar distintas cantidades de sodio en el alimento de gatos con una función renal reducida. En este caso, los gatos consumieron secuencialmente 3 dietas que sólo diferían en el contenido de cloruro de sodio (50, 100 o 200 mg de Na/kg) y se clasificaron en 3 grupos: un grupo control (gatos sanos) y dos grupos de gatos con insuficiencia renal inducida experimentalmente (IR1 e IR2). A partir de los datos obtenidos se estableció que la PA sistólica, diastólica y media fue más alta en los gatos con insuficiencia renal que en los gatos sanos. No obstante, en ninguno de los 3 grupos se comprobó la influencia del contenido dietético de sodio sobre la PA sistémica (Tabla 3). Es decir, la dieta con exceso de sodio no provocó un aumento de la PA ni en los gatos sanos ni en los enfermos, en tanto que la restricción de este mineral tampoco tuvo un efecto antihipertensivo beneficioso en ninguno de los grupos. Por otra parte, la dieta con el contenido más bajo de sodio se asoció con una activación del sistema renina-angiotensina-aldosterona, una reducción de la tasa de filtración glomerular y un aumento de la excreción urinaria de potasio que favoreció la hipopotasemia, lo que puede afectar la salud de los gatos al contribuir con el desarrollo de nefropatía hipopotasémica y daño renal progresivo.

n cuanto a los efectos del consumo de altas cantidades de sodio sobre la función renal de gatos sanos, Xu et al. (2009) señalaron que, en gatos maduros (edad promedio 7 años) que consumieron durante 6 meses una dieta que contenía 2,9 g de Na/Mcal no se observaron efectos adversos en la funcionalidad renal. A su vez, en el estudio a largo plazo realizado por Reynolds et al. (2013), el aporte de una dieta con 3,1 g de Na/Mcal durante 24 meses no indujo ningún daño o disfunción renal en gatos sanos de edad avanzada. Esto se determinó a través de la medición de la tasa de filtración glomerular y otros parámetros, los que no se vieron afectados durante el estudio.

  1. Sodio y Enfermedad Cardíaca

El nivel de sodio en el alimento también cumple un rol importante en el manejo y evolución de las enfermedades cardiovasculares. Tradicionalmente, se aconsejaba restringir su aporte en la dieta con el objetivo de reducir la acumulación de líquidos en los animales con insuficiencia cardíaca congestiva (ICC) y controlar la hipertensión, de forma que el International Small Animal Cardiac Health Council (ISACHC, 1994) definió límites para su consumo según la etapa de la ICC (Tabla 4).

No obstante, como se mencionó antes, la presión arterial de los gatos no se ve afectada por la ingesta de sodio, y, además, la restricción excesiva de este mineral no sería beneficiosa en las primeras fases de la enfermedad cardíaca. Esto se debe a que una ingesta muy baja de sodio es capaz de activar el sistema renina-angiotensina-aldosterona, mientras que el tratamiento farmacológico de la cardiopatía va dirigido a inhibirlo. En consecuencia, actualmente se indica que un alimento con niveles de mantenimiento de sodio podría ofrecerse a gatos con enfermedades cardiovasculares en etapa temprana, mientras que las dietas restringidas en sodio sólo se recomendarían cuando aparecen los signos clínicos de la enfermedad (Case et al., 2011).

Por otra parte, estudios realizados en modelos animales y en humanos han demostrado que una elevada ingesta de sal puede provocar cambios en la función miocárdica e incrementar la masa del ventrículo izquierdo, independientemente de sus efectos sobre la presión arterial. Por estos motivos, Chetboul et al., (2014) evaluaron recientemente los efectos cardiovasculares a largo plazo que un alto consumo de cloruro de sodio (NaCl) tiene en gatos sanos de edad avanzada. Para ello, 20 gatos sanos (10 ± 2,4 años) fueron monitorizados por un período de 24 meses, después de asignarse a un grupo que recibió una dieta rica en sodio (3,1 g de Na/Mcal) o a un grupo que consumió una dieta con la misma composición, pero con un menor contenido de este mineral (1 g de Na/Mcal). De este modo, los investigadores pudieron concluir que la ingesta crónica de una elevada cantidad de sodio no tuvo efectos adversos sobre la presión arterial, frecuencia cardíaca, morfología cardíaca y función miocárdica en gatos sanos.

  1. Límite Superior Seguro para el Sodio dietario

El National Research Council (2006) define el límite superior seguro (LSS) como la concentración o cantidad máxima de un nutriente en un alimento que no se ha asociado con efectos adversos. Basado en esta definición y en los estudios científicos más recientes realizados durante un largo plazo en gatos sanos de edad avanzada, Nguye et al., (2017) sugirieron que el LSS para el sodio en el alimento es de 3,1 g/Mcal EM, equivalente a 1,25 g/kg en dietas de 4.000 kcal EM/kg.

En resumen, aumentar el contenido de sodio en la dieta de los gatos es una herramienta eficaz para prevenir y manejar la urolitiasis. No obstante, debido a la asociación entre la ingesta de sodio y ciertos problemas de salud en humanos, se han generado dudas y preocupaciones acerca del uso de estas dietas en los gatos. Por estos motivos, en los últimos años se han realizado diversas investigaciones, las que sugieren que el consumo de alimentos con un contenido moderadamente elevado de sodio no afecta la presión arterial ni provoca deterioros de la función renal o cardíaca a mediano y largo plazo, mientras que una restricción excesiva de sodio puede ser perjudicial para la salud de los gatos.