Levaduras vivas en vacas lecheras: ¿Cuánto sabemos de sus beneficios?

La suplementación de levaduras vivas, tal como Saccharomyces cerevisiae, constituye una alternativa natural para modular la microbiota ruminal, mejorando la  nutrición y salud  de los rumiantes. Pese a que esta levadura ha sido ampliamente estudiada en producción animal, recientes investigaciones continúan aportando nueva información acerca de sus beneficios.

Los rumiantes son capaces de utilizar los componentes de la pared celular vegetal, como fuente de energía y nutrientes para la producción de leche y carne, gracias a la simbiosis con microorganismos específicos que habitan en el rumen. Es así como una eficiente degradación de la fracción fibrosa de los forrajes es el resultado de la adhesión y colonización de estos microorganismos a los sustratos que llegan al rumen, y de la acción enzimática sobre los polisacáridos que componen la pared celular vegetal, tales como la celulosa y hemicelulosa. Sin embargo, diversos factores influyen en la degradación de los alimentos fibrosos, entre los que se encuentran la composición química y estructura física del material vegetal, las características de la población microbiana implicada en dicho proceso y las condiciones del ambiente ruminal.

Numerosas y variadas estrategias para mejorar la degradación de la fibra en el rumen han sido evaluadas durante los últimos 30 años, dentro de las que destaca la suplementación de la dieta con levaduras vivas. Esto se debe a que una serie de investigaciones han asociado el uso de Saccharomyces cerevisiae con una mayor digestibilidad de la fibra y estabilización del pH ruminal, reduciendo así el riesgo de acidosis ruminal y los problemas derivados de su presentación. Básicamente los beneficios de esta levadura se atribuyen a su capacidad para:

  1. Disminuir la producción ruminal de ácido láctico.
  2. Incrementar la utilización del ácido láctico en el rumen por ciertas bacterias.
  3. Crear condiciones favorables en el ambiente ruminal, promoviendo el desarrollo continuo de los microorganismos que degradan la fibra.

Efectos positivos de la suplementación con S. cerevisiae han sido reportado en situaciones en que los rumiantes consumieron dietas con un alto contenido de almidón. De hecho, estas dietas pueden inducir acidosis ruminal con un impacto perjudicial en el equilibrio microbiano ruminal y, en ese caso, las levaduras vivas pueden promover indirectamente la degradación de la fibra mediante la estabilización del pH del rumen.

Recientemente Chaucheyras-Durand et al. (2015) evaluaron en vacas lecheras el efecto que S. cerevisiae tiene sobre la colonización microbiana y degradación de distintos alimentos usados en su ración: heno de alfalfa, cáscara de soja, pulpa de remolacha, granos destilados secos de maíz más solubles, gluten feed de maíz, salvado de trigo y ensilaje de trigo. Para analizar si esta levadura es eficaz en condiciones en que no existe riesgo de acidosis ruminal, las vacas consumieron una ración con un alto contenido de forraje. Inicialmente los animales tuvieron un período de adaptación a la dieta de 4 semanas, en donde no se usaron levaduras (Control). Posteriormente, por un período de 4 semanas (SC), se suplementó cada vaca con 1 × 1010 ufc/día de S. cerevisiae CNCM I-1077 (Levucell SC 20, Lallemand Animal Nutrition).

Los resultados de este estudio indicaron que la bacteria fibrolítica más abundante en el líquido ruminal (LR) fue Fibrobacter succinogenes, seguida por Ruminococcus flavefaciens y Butyrivibrio fibrisolvens. Al suplementar la levadura viva se produjo en el LR un incremento en la cantidad de dos de estas bacterias (Figura 1a), al igual que en la población de hongos (Figura 1b).

  1. cerevisiae mejoró a la vez la degradación del heno de alfalfa, cáscara de soja, salvado de trigo y ensilaje de trigo. En estos sustratos, la levadura viva estimuló la colonización de la pared celular vegetal por F. succinogenes, R. flavefaciens y B. fibrisolvens, siendo la magnitud de este efecto dependiente del alimento, y por hongos fibrolíticos, lo que es de particular interés cuando se busca reducir la fracción indigestible del alimento y aumentar la digestibilidad de la fibra de baja calidad.

Por otra parte, el pH del líquido ruminal disminuyó en ambos períodos durante el día, pero los valores más bajos nunca se encontraron por debajo de 6. Pese a que S. cerevisiae no indujo un aumento significativo en el pH ruminal promedio diario, la disminución en el pH fue más pronunciada y presentó mayor variabilidad entre las vacas en el período control (Figura 2).

En base a estos datos los investigadores sugirieron que probablemente el efecto de S. cerevisiae sobre las poblaciones de bacterias y hongos no se haya debido exclusivamente a una mejor condición de pH, sino que también a otros mecanismos. Por ejemplo, se ha comprobado que S. cerevisiae crea un ambiente ruminal más anaeróbico, gracias al consumo de oxígeno, y proporciona factores de crecimiento (ácidos orgánicos, vitaminas del complejo B y aminoácidos), estimulando de esta manera el crecimiento microbiano.

Asimismo, evidencia sugiere que el suministro de S. cerevisiae puede modificar el patrón de consumo de las vacas lecheras. En este caso se postula que la mayor digestibilidad de la fibra aceleraría la tasa de pasaje, incrementando el apetito y consumo de alimentos como un efecto secundario. Esto podría explicar el menor intervalo entre comidas observado por Bach et al. (2007), el cual contribuiría a estabilizar el pH ruminal.

En este contexto De Vries y Chevaux (2014) estudiaron el efecto de suplementar levaduras vivas sobre los patrones de alimentación y rumia de vacas lecheras. Para ello, 12 vacas Holstein en lactancia consumieron, por períodos de 35 días y durante un lapso de 5 meses, 2 dietas distintas: 1) dieta TMR control y 2) la misma dieta TMR suplementada con 1 × 1010 ufc/vaca al día de levadura viva (Saccharomyces cerevisiae CNCM I-1077; Levucell SC20; Lallemand Animal Nutrition).

Los resultados demostraron que la suplementación con S. cerevisiae modificó el patrón de consumo de las vacas lecheras. Es así como el intervalo mínimo entre comidas fue 20% más corto en las vacas que recibieron S. cerevisiae, resultando en una tendencia de estos animales a consumir 1,2 comidas más al día, las que además tendieron a ser 10% más pequeñas y a ocurrir en forma más frecuente (Tabla 1).

Igualmente, las vacas suplementadas con levaduras tendieron a rumiar por más tiempo y presentaron una temperatura ruminal promedio inferior y un menor período con una temperatura ruminal superior a 39°C (Tabla 1), indicando potencialmente mejores condiciones de pH ruminal. Esto se debe a que se ha descrito que el tiempo de rumia es menor en vacas con un bajo pH ruminal (DeVries et al., 2009), mientras que el tiempo en que la temperatura del rumen se encuentra por encima de 39°C se asocia negativamente con el pH ruminal, es decir a mayor tiempo con una temperatura elevada menor es el pH, y positivamente con el tiempo en que el pH del rumen es inferior a 6,0 (AlZahal et al., 2008 y 2009). Por estos motivos, De Vries y Chevaux (2014) sugirieron que la suplementación de S. cerevisiae tiene un efecto positivo en el ambiente ruminal.

En resumen, Saccharomyces cerevisiae incrementa la cantidad de hongos y bacterias fibrolíticas en el líquido ruminal y estimula la colonización microbiana de la pared celular vegetal, aumentando de este modo la digestibilidad de la fibra. Sin embargo, este efecto depende en gran medida de la naturaleza del sustrato. Por otro lado, S. cerevisiae es capaz de modificar el patrón de consumo y rumia de las vacas lecheras, lo que ayudaría a controlar el pH ruminal y reducir el riesgo de acidosis. Finalmente, el uso de esta levadura viva es una herramienta nutricional de gran interés en aquellos sistemas productivos en donde los forrajes representan la parte más importante de la dieta, ya que permite maximizar su valor energético.