Desbalances de minerales traza: una realidad en los rebaños lecheros de Chile

La importancia de los minerales traza en la salud y productividad de las vacas lecheras es indiscutible.

No obstante, la carencia de estos elementos continúa siendo un problema común en los rebaños del sur del país. ¿Cómo evitar esto? El aporte adecuado de los minerales en la dieta es fundamental, pero ¿cuáles son las mejores alternativas para su suplementación?

Los minerales, o elementos inorgánicos, son nutrientes esenciales para las vacas lecheras que cumplen una serie de funciones vitales en el organismo. Dependiendo de sus concentraciones en los tejidos corporales y los requerimientos de los animales, estos elementos se clasifican en macrominerales o minerales traza. Los minerales traza están presentes en los tejidos en muy bajas concentraciones y sus requerimientos se expresan usualmente en miligramos día (mg/d). Dentro de este grupo se incluye el cobalto, cobre, hierro, manganeso, molibdeno, selenio, yodo y zinc (NRC 2001). La carencia de cualquiera de ellos puede resultar en una disminución en la producción de leche, trastornos reproductivos y reducción de la fertilidad, alteraciones en la integridad de las pezuñas y/o menor inmunidad.

En la industria lechera, los desbalances minerales generan importantes pérdidas económicas al limitar la productividad de las vacas y afectar su salud, constituyendo además un tema de preocupación asociado al bienestar animal. En general, los cuadros carenciales son los trastornos que se presentan con mayor frecuencia. Sin embargo, su impacto en los sistemas productivos muchas veces es subestimado, ya que en la mayoría de los casos tienen una presentación subclínica y sus efectos son difíciles de percibir o pueden incluso confundirse con otras alteraciones que comúnmente afectan a los animales.

En Chile, el estudio de los desbalances de minerales traza en los rebaños lecheros se inició hace más de 25 años y, a partir de ese momento, numerosas investigaciones se han realizado en torno al tema. Dentro de las más recientes se encuentra la determinación de la concentración de selenio (Se) en muestras de leche procedentes de 59 lecherías ubicadas en las Regiones de Los Ríos y Los Lagos. De cada  lechería se obtuvo una muestra de leche del estanque de frío en la primavera, verano, otoño e invierno. Considerando como adecuada una concentración de Se en leche > 20 µg/L, el 80% de las muestras presentó valores carenciales (< 9,5 µg/L) o marginales (9,5 – 20 µg/L) (Figura 1 y 2), mientras que la concentración promedio de Se en leche fue 14,7 µg/L, con una variación entre 2,5 y 46,3 µg/L. Según los investigadores, estos resultados indican que las vacas presentaban un inadecuado balance de Se, explicado parcialmente por su baja concentración en las praderas (<0,05 mg/kg base materia seca en 43% de las muestras de forrajes analizadas)(Ceballos et al., 2013).

Otro estudio, realizado a partir del análisis de perfiles metabólicos de rebaños lecheros ubicados en el sur del país, determinó y comparó la presentación de desbalances minerales según período (1986-2002 o 2003-2011) y categoría (preparto o lactancia). En el caso de los minerales traza, la alteración más frecuente fue la carencia de selenio (Se), establecida en base a la actividad sanguínea de la enzima GPx. En ambos períodos, el mayor porcentaje de grupos afectados con este desbalance se observó en el preparto, afectando a un 35 y 28% de los grupos evaluados, lo que indicaría un menor consumo de Se al final de la lactancia o inicio del período seco. Por otro lado, sólo en la categoría lactancia hubo una disminución en su presentación en el período 2003-2011, lo que se atribuiría a una mayor suplementación de Se. En el caso del cobre, en el período 2003-2011 su carencia fue más común en los grupos de vacas preparto que en lactancia, mientras que no se observaron modificaciones en la presentación de desbalances de zinc entre períodos y categorías (Figura 3; Wagemann et al., 2014).

Los resultados de estas investigaciones indican que los desbalances causados por una carencia de minerales traza continúan afectando a los rebaños lecheros en el sur de Chile. Por estos motivos, es fundamental no descuidar las estrategias de suplementación y asegurar un adecuado aporte de estos elementos de acuerdo a los requerimientos de los animales. Tradicionalmente, la suplementación de la dieta de las vacas lecheras con minerales traza se ha realizado a través del uso de sales inorgánicas, como por ejemplo óxidos, cloruros, sulfatos o carbonatos. Sin embargo, en estas sales, los minerales pueden disociarse durante el proceso de la digestión, siendo susceptibles a interacciones antagónicas con otros minerales y componentes de la dieta, con la consecuente formación de compuestos insolubles que reducen su potencial de absorción.

Esto ha conducido a que en las últimas décadas el interés por las fuentes orgánicas de minerales haya aumentado. Los minerales orgánicos corresponden a elementos traza unidos a una molécula orgánica (ligando) y su principal ventaja es su mayor biodisponibilidad en comparación con las fuentes inorgánicas, minimizando las interacciones con otros componentes de la dieta y los efectos antagónicos entre minerales. Por estos motivos, menores niveles de inclusión en la ración podrían proporcionar la misma cantidad de minerales biodisponibles que las fuentes típicamente usadas.

No obstante, el término “minerales orgánicos” engloba a una gran cantidad de compuestos con características químicas muy diferentes entre sí. Esto se debe a que las moléculas que se utilizan como ligando son muy diversas y el modo en que éstas se asocian al mineral también varía. De esta forma podemos encontrar minerales traza en complejos con polisacáridos, complejos con aminoácidos, proteinatos, quelatos con aminoácidos, quelatos con análogos de metionina, nanominerales recubiertos, entre otros, todos ellos agrupados bajo el nombre común de minerales orgánicos.

Producto de estas diferencias, es que existen importantes variaciones en la estabilidad de los minerales orgánicos durante la digestión y, por ende, en su posterior absorción. Por ejemplo, los complejos orgánicos simples (Figura 4a) tienen sólo un punto de unión entre el elemento traza y el ligando asociado, por lo que son más susceptibles a disociarse, mientras que los minerales quelatados (Figura 4b) cuentan con dos o más uniones entre el mineral y los ligando, lo que les confiere mayor estabilidad y capacidad para retener y proteger al nutriente de reacciones indeseables. Por otro lado, diversos estudios respaldan el uso de aminoácidos como ligando, favoreciendo una unión más estable con los minerales traza.

En resumen, los desbalances metabólico-nutricionales causados por la carencia de minerales traza afectan a las vacas lecheras en el sur de Chile. La adecuada suplementación de la dieta con estos elementos es por lo tanto fundamental, siendo los minerales orgánicos una alternativa interesante de considerar gracias a su mayor biodisponibilidad. Sin embargo, es importante seleccionar aquellas fuentes más estables, que entreguen los minerales en el intestino con mayor eficacia y mejoren de este modo el balance de minerales traza del animal.